viernes, 23 de noviembre de 2012

EDUCACIÓN REVOLUCIONARIA III


EL MAESTRO DE PRIMARIA EN LA REVOLUCIÓN MEXICANA

J a m e s D . C O C K C R O F T
U n i v e r s i d a d d e T e x a s
ENTRE LOS INTELECTUALES que contribuyeron a los diversos y
frecuentemente dispersados movimientos revolucionarios de México
de 1910 a 1917, sobresalieron relativamente ignotos licenciados
y maestros de primaria. Los tenaces e íntegros ideólogos,
escritores, polemistas y libelistas —como el conspirador y romántico
anarquista Ricardo Flores Magón— no surgieron al
momento de la Revolución Mexicana en la misma escala en que
se manifestaron en otras revoluciones tales como la norteamericana,
francesa o rusa.
En su lugar, dos tipos de intelectuales más o menos reconocibles
estuvieron, por lo común, involucrados en el movimiento
revolucionario cuyo resultado fue la Constitución de 1917: el
licenciado, astuto,' calculador, y políticamente sofisticado, bien
versado en las sutilezas del debate parlamentario y la gestión,
pero un tanto alejado de la confianza íntima (y del sufrimiento)
de las masas; y, el ingenuo, espontáneo e idealista
maestro de primaria, elocuente en sus discursos y escritos, que
gozaba de la confianza de las masas semi-alfabetas cuyo sufrimiento
conocía, pero no estaba preparado para la sutileza de
los complicados enredos de la lucha política interna.
T a l vez los más conocidos ejemplos de estos dos tipos sean
el licenciado Luis Cabrera, primer consejero político e ideológico
de Venustiano Carranza, distinguido parlamentarista y en
una ocasión ministro de Hacienda de México (1918-1920), y
el profesor Otilio Montano, maestro rural que escribió las principales
partes del Plan de Ayala de Emiliano Zapata (1911),
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sólo para ser más tarde ejecutado como traidor manifiesto a
la causa zapatista (18 de mayo de 1917).1 Más éxito y ascendiente
en la nación tuvieron, por supuesto, el mismo licenciado
Carranza y el maestro Plutarco Elias Calles (presidente y padrino
de presidentes de 1924 a 1934). Menos conocidos fueron
numerosos maestros que ayudaron a organizar la Casa del Obrero
Mundial de los trabajadores industriales entre 1911 y 1916.2
Además de los licenciados y maestros, hubo otros intelectuales
que contribuyeron al fermento revolucionario de 1910
a 1917, periodistas en su mayoría, pero también pequeños
grupos de intelectuales menos renombrados, como el de los estudiantes
de agronomía de la Escuela Nacional de Agricultura
y Veterinaria de la ciudad de México, cuyos idealistas esfuerzos
prepararon el campo para la inmediata reforma agraria,
empezando desde el nivel más bajo, en los primeros años de la
Revolución.* Dichos agrupamientos de intelectuales - l i c e n c i a dos,
maestros de primaria, periodistas, estudiantes— no necesariamente
implican que los sentimientos revolucionarios hayan
prevalecido entre todos estos profesionistas o por lo menos en
una mayoría de ellos; en realidad, se da siempre el caso en las
revoluciones (y México no parece ser una excepción) de que
sólo vigorosas minorías entre los intelectuales se comprometen
o se involucran en el movimiento impetuoso, en la avanzada
de los eventos revolucionarios.4
Uno de los pocos historiadores que se dio cuenta y enfatizó5
el papel principal de los maestros de primaria en l a Revolución
de México fue Francisco Bulnes, cuyos escritos corresponden a
la tendencia que es de esperarse de uno de los principales consejeros
intelectuales de Porfirio Díaz. De acuerdo con él, los
maestros no hicieron sino conspirar individualmente para promover
la Revolución:
. . . e s posible medir el valor de la escuela (primaria) popular en
México con sólo darse cuenta de la parte decisiva que tomaron los
maestros en la Revolución. . . Antonio I. Villarreal, presidente de la
Convención de Aguscalientes de 1914. . . Otilio Montano. . . Manuel
Chao, general villista y exgobernador de Chihuahua; Braulio Hernández,
apoyo de la revolución vazquista y exsecretario de Abraham GonE
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zález, gobernador de Chihuahua; Federico Gurrión, el gran agitador de
Tehuantepec que intentó desmembrar el Estado de Oaxaca; Figueroa,
líder revolucionario en el Estado de Guerrero; José Obregón, hermano
de Alvaro Obregón; Cándido Navarro, líder maderista que comenzó la
revolución en Guanajuato en 1911 e invadió el Estado de San Luis
Potosí; Práxedis Guerrero, el poeta socialista y general que dirigió
el movimiento magonista en Chihuahua; el general Carrera Torres, el
líder constitucionalista más celebrado en el Estado de San Luis Potosí;
el coronel David Berlanga, orador y agitador influyente; y otros muchos,
menos importantes, cuyos nombres no recuerdo. . fi
Bulnes explicó que las tendencias revolucionarias de los
maestros de primaria en México provenían de su resentimiento
por los bajos salarios y su inferior categoría social. L a cultura
porfiriana
rehusó dar al maestro entrenado en la escuela normal, la misma categoría
social otorgada al licenciado, doctor, ingeniero, clèrico, o comerciante
de buena reputación.
Así, continuando con el mismo autor, fue común y corriente
expresar del graduado de la Escuela Normal que:
Este pobre hombre debe ser excesivamente estúpido por haber quemado
el aceite de su lámpara estudiando tantos años para obtener un
salario un poco más o aún menor, que aquel que percibe un conductor
de tranvía. Los maestros normalistas naturalmente resintieron esta acti¬
tud y se declararon enemigos de la sociedad; esto es, reformistas radicales
del sistema social corrompido, el cual, de acuerdo con ellos, puede
solamente ser remediado por el socialismo o el anarquismo.'
L a parte socio-económica de los maestros actuales en México
es con frecuencia, un poco mejor que bajo el régimen de
Díaz especialmente en el campo, aunque, con escasas excepciones,
los maestros de hoy muestran menos impulsos revolucionarios
en contra de la "triunfante" Revolución, que aquellos que
sus predecesores mostraron en contra de Díaz.8 Es posible que no
sólo la extrema pobreza, el resentimiento, y la mala voluntad
durante el porfiriato, fueran la causa para que gran cantidad de
maestros de primaria se rebelaran y después consiguieran, por
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lo menos, prominencia local en los primeros años de la Revolución
Mexicana así como, en algunos casos, una posición na-,
cional distinguida. E n una explicación más detallada, es obvio
el hecho de que el maestro estuviera más capacitado naturalmente
para hablar y proporcionar dirección ideológica, que las
grandes masas de peones y trabajadores que integraban el poderío
militar de la Revolución. Sin embargo, los licenciados,
doctores, ingenieros y clérigos, estuvieron, con toda seguridad,
tan capacitados como ellos para hablar, y en algunos casos, como
los del licenciado Luis Cabrera o el doctor Rafael Cepeda (gobernador
maderista de San Luis Potosí, 1911-1913), tuvieron
una visión política más matizada y alcanzaron mayor éxito personal
que los maestros idealistas.
L a única y mayor ventaja que el maestro tiene sobre otros
elementos intelectuales en cualquier situación revolucionaria, es
la combinación de respeto y confianza, que hacia ellos manifiestan
los grupos disgustados, incluso los militares, pero, sobre
todo, la impetuosa multitud. Así, por ejemplo, el licenciado, el
doctor y el clérigo son a menudo respetados por el campesino,
por el trabajador, o por el pequeño burgués tendero, pero muy
pocas veces gozan de su plena confianza; mientras que el maestro,
careciendo de la "distancia social" otorgada por el alto
rango que separa otras clases medias profesionales del trabajador^
con frecuencia despierta el respeto y la confianza de sus
compañeros menos letrados.9
Para investigar más que superficialmente esta relación entre
el maestro y las masas, así como para probar la aserción de
que los maestros fueron realmente importantes para el ímpetu
revolucionario de México en 1910-1917, es necesario llevar la
investigación al nivel local de México, confrontando ejemplos
apropiados, testimonios y contra-testimonios. Por la naturaleza
del caso, nunca se podrá encontrar una reserva bien almacenada
de documentos firmados que ilustren la confianza de los
campesinos en el maestro, pero entrevistas hechas por antropólogos
y sociólogos, así como observaciones de novelistas, han
testificado dicha cuestión una y otra vez. Quizá sea de mayor
importancia, en mi propia investigación, el hecho de haber troE
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pezado con abrumadores testimonios de dirección y agitación
revolucionaria provenientes de los maestros de primaria poco
conocidos en l a nación, que confirman el amplio sostén que tuvieron
a nivel local.
U n ejemplo excelente, omitido por Bulnes en su interés por
el problema en conjunto, es el de Esteban Baca Calderón, cuya
mayor importancia radica, para los efectos de este trabajo, en
su actividad revolucionaria en Sonora, aunque posteriormente
se haya convertido en general constitucionalista, leal a Alvaro
Obregón y Carranza, y candidato a la gubernatura de Nayarit
en 1917. No obstante, el hecho es que en aquellos primeros años
de la Revolución, nunca se separó realmente de la situación
local, experiencia que obtuvo primero en Nayarit, su lugar de
nacimiento, y después en Sonora.
Desde 1890 hasta principios de 1900, Baca Calderón estuvo
enseñando en Nayarit,1 0 en las escasas escuelas primarias, faltas
de recursos monetarios y de personal, ganando un salario i r r i sorio.
Aproximadamente^ 1903-1904, sirvió en el segundo Ejército
de Reserva en Nayarit. A l igual que Práxedis Guerrero,
esperaba que esta nueva unidad del Ejército de Reserva, fundada
por el general Bernardo Reyes, podría algún día volverse
un punto fuerte en contra del ejército regular de Porfirio Díaz
y contra el establecido monopolio intelectual de los Científicos
en dicha Dictadura. Sin haber encontrado inspiración en el
mando de Reyes, Baca Calderón abandonó el ejército y otra
vez postergó su carrera de maestro en busca del mejor sueldo
ofrecido en las minas de la propiedad estadounidense Consolidated
Copper Company de Cananea, Sonora (marzo de 1905)
y, al mismo tiempo, para intervenir en la agitación revolucion
a r i a . "
En enero de 1906, Baca Calderón se unió a sus amigos Francisco
M . Ibarra y Manuel M . Diéguez para fundar la Unión
Liberal Humanidad, una "sociedad secreta" de mineros de C a nanea
encargada de fomentar los objetivos del ala izquierda
(aún no socialistas ni anarquistas) de la Junta Organizadora
del Partido Liberal Mexicano ( P L M ) , proclamada el 28 de
septiembre de 1905 y difundida por el semanario Regeneración™
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de Ricardo Flores Magón en publicaciones subsecuentes. Su experiencia
en la enseñanza le fue útil a los ojos de los trabajadores,
quienes respetaban su "inteligencia" y sentían que era
"uno de ellos" (de hecho, había trabajado como minero junto
con Ibarra en 1904-1905 en la Negociación Minera de Guadalupe
de los Reyes, Sinaloa). Baca Calderón se convirtió en un
agitador infatigable que, al igual que Ibarra y Diéguez, fue uno
de los principales responsables de las huelgas de junio de 1906
que paralizaron las minas de Cananea, provocaron la intervención
armada de los Estados Unidos, y que dieron por resultado
derramamiento de sangre.
L a huelga, junto con las primeras cartas de Baca Calderón
a Ricardo Flores Magón inspiraron de alguna manera el programa
del Partido Liberal Mexicano dado a conocer el 10 de
julio de 1906 en San Luis M i s u r i . 1 3 De hecho, Baca Calderón,
yendo más allá del plan del partido (que en sí fue base ideológica
del artículo 123 de la Constitución de 1917) animó a
Flores Magón a reunir el partido, clandestinamente, con una
unión nacional (Liga Minera de los Estados Unidos Mexicanos),
que eventualmente podría constituirse en vanguardia proletaria
del propio P L M —paso que Flores Magón consideró prematuro
en 1906."
Encarcelado por su participación en la huelga de Cananea,
permaneció cinco años en prisión, incluyendo dos de trabajos
forzados en el Castillo de San Juan de Ulúa, frente al puerto
de Veracruz, mazmorra preferida de Díaz para los presos políticos.
A su liberación, el 12 de agosto de 1911," regresó con
Diéguez a Cananea donde este último llegó a ser presidente
municipal (Díaz ya había sido destronado). Calderón, mientras
tanto, volvió a su escuela. E n 1912-1913 fue director de la escuela
de niños de la villa minera de Buenavista, Cananea.16
Cuando el gobierno de Madero fue derrocado por Huerta (febrero
de 1913), abandonó la escuela una vez más, para encabezar
a los mineros en la lucha revolucionaria contra la reacción.
Fue así como llegó a general de las fuerzas de Alvaro
Obregón, Diéguez y Benjamín H i l l , todos ellos presidentes muE
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nicipales en Sonora al momento de su levantamiento contra el
"usurpador" Huerta.
Así, en poco más de una década Esteban Baca Calderón
dio tumbos entre el salón de clases y las minas, la dirección de
la escuela y el pelotón armado, en su adoptiva Cananea donde
los trabajadores confiaban en él y le seguían. Fue más tarde
que volvió a su Estado nativo, Nayarit, para postularse a la
gubernatura. Sólo que antes, habiendo sido electo delegado constitucional
al Congreso de Querétaro, se definió a sí mismo como
uno de los llamados "jacobinos" quienes influyeron para radicalizar
los artículos 3' (educación), 27 (reforma agraria) y 123
(trabajo) de l a Constitución de 1917."
A juzgar por casos como el anterior, el de Montano y otros,
decidí intentar una investigación más amplia para buscar si,
realmente, el fenómeno m a e s t r o r e v o l u c i o n a r i o a un nivel local
como el descrito era común y general. Escogí mi área más bien
por azar. Estando embarcado ya en un libro sobre el papel j u gado
por los intelectuales de San Luis Potosí en el movimiento
precursor de 1910-1931 así como en los primeros años de la
Revolución,1 8 elegí aquella región para mi investigación, delimitándola
con amplitud suficiente de tal modo que incluyera
tanto las áreas mineras (que se extienden hasta Guanajuato, Zacatecas,
Coahuila y Nuevo León) como las áreas rurales (que
en la populosa región indígena huasteca abarcan porciones de
Tamaulipas, Veracruz e Hidalgo).
E n la historia regional de San Luis Potosí fácilmente se encuentran
maestros de primaria revolucionarios. Unos de estos
al combinar sus enseñanzas con la agitación política encontraron
muertes prematuras o fueron exilados; otros se elevaron a
rangos de significado político y militar al hacer patentes sus
radicales puntos de vista en las convenciones políticas y constitucionales
de 1914 y 1916. Cuando la lucha hubo terminado
y la Constitución de 1917 fue promulgada, la importancia de
estos maestros, por lo general, decayó y ellos fueron olvidados.
Entre los maestros revolucionarios de San Luis Potosí estuvieron:
Librado Rivera, que fue instructor de Antonio I. V i l l a -
rreal en l a Escuela Normal del Estado en 1900, impulsó al P LM
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en 1905, participó en las revueltas y huelgas de 1906-1908 y
llegó a ser editor de Regeneración a la vez que mano derecha
de Ricardo Flores Magón en el e x i l i o ; 1 9 Luis Toro, que editó
u n periódico local en San Luis Potosí con el que se ganó la i ra
de Porfirio Díaz y, a seguidas, la prisión y la tortura hasta su
muerte;2 0 David G. Berlanga, quien, como Director General de
Primaria del Estado en 1911-1912, eliminó las escuelas confesionales
y llegó a ser más tarde secretario de la Convención de
Aguascalientes, donde expresó ideas liberales abiertamente salpicadas
de socialismo;2 1 Cándido Navarro que fundó en 1910
l a Escuela Popular Independiente en la comunidad rural de A z -
capotzalco, invadió San Luis Potosí en 1911 con un ejército
maderista de mineros y campesinos, se opuso más tarde a M a dero
por considerarlo demasiado moderado y murió en el levantamiento
de 1913 contra el general Huerta;2 2 y Luis G.
Monzón Teyatzin, nacido en los suburbios de San Luis Potosí,
graduado en su Escuela Normal (1893), director de varias primarias
de l a región (1893-1897), expulsado por sus actividades
sediciosas en contra de un cacique local (1897), magonista activo
en el movimiento precursor en Sonora, donde también i m partió
clases (1900-1908) agitador importante en los límites
occidentales de la Huasteca potosina (1909-1910), colaborador
del periódico anti-Díaz D i a r i o d e l H o g a r de la ciudad de Méx
i c 0 ; fundador y director de l a avanzada Escuela Moderna de
San Luis Potosí (1910-1911), más tarde miembro de las fuer-
Z3.S sonorenses del o-eneral Diéguez
y
delegado constitucional
izquierdista al Congreso de Querétaro (1916-1917).23
Además de estos maestros revolucionarios potosinos habría
que citar a Graciano Sánchez, quien enseñó en una escuela r u ral
en Soledad, S.L.P. al mismo tiempo que cultivaba la tierra,
después se unió a la Revolución para convertirse más tarde (octubre
de 1933) en el primer secretario general de la primera
organización nacional de campesinos, la Confederación Campesina
Mexicana (después de 1938 Confederación Nacional Campesina
— l a C N C de hoy) y primer jefe del Departamento de
Asuntos Indígenas (1936-1939).24
E L M A E S T R O E N L A REVOLUCIÓN 573
En estos casos particulares, los maestros de primaria mantuvieron,
mientras fue posible, sus modestas vidas en las escuelas,
interrumpiendo su profesión sólo temporalmente para
participar en asuntos militares y políticos. Su papel como revolucionarios
se desenvolvió señaladamente en la agitación, la consulta
intelectual, l a delineación de programas, y, políticamente,
en su tendencia izquierdista.
E L MEJOR EJEMPLO de un maestro que tuvo un profundo efecto
sobre los progresos revolucionarios es el de Alberto Carrer
a Torres, una figura muy significativa, casi abandonado por
completo en las historias nacionales.2 5 Carrera Torres comenzó
su trayectoria revolucionaria cerca de Tamaulipas, desparramó
su influencia tanto ideológica como militar dentro de San
Luis Potosí, y hasta alcanzó un grado de prominencia nacional
a través de su corta asociación a la causa constitucionalista de
Carranza. Éste mandó ejecutar a Carrera Torres en febrero de
1917. Su verdadero papel fue aquel de consejero revolucionario
de los hermanos Cedillo, quienes encendieron la chispa del
levantamiento de campesinos en San Luis Potosí. Simultáneamente
se estableció como caudillo revolucionario del triángulo
Tula-Ciudad del Maíz-Ciudad Valles en la región rural de San
Luis Potosí y Tamaulipas. Si no hubiera sido por Carrera Torres
y los hermanos Cedillo, las regiones campesinas de San Luis
Potosí y del área suroeste de Tamaulipas (esto es, la principal
fuente de masas campesinas de esa parte de México) probablemente
no se hubieran unido a la Revolución desde un principio,
o a lo mejor, hubieran permanecido desorganizadas, divididas
por riñas locales y sin poder ayudar a la rebelión. Así, el papel
de Carrera Torres fue tan crucial para esa parte de México
como, tal vez, el de Montaño en Morelos —en verdad, mucho
más, puesto que Carrera Torres fue no sólo una inspiración ideológica
local sino también un general activo que hizo campañas
en diversas regiones de México.
Por ser el representante de la evolución de un maestro típico
de provincia que se convirtió en líder revolucionario i n fluyente,
la vida de Carrera Torres es ejemplar. Nació en 1887
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en el seno de una modesta familia de la clase media de Tula,
Tamaulipas, siendo el primero de los seis hijos del arriero Candelario
Carrera Muñoz y de su esposa Juana Torres.2 8 E l padre
de Alberto fue mayordomo de una compañía de transportes de
muías y caballos propiedad de un español. Su madre atendía
una pequeña tienda de abarrotes. Cuando los hijos crecieron y
el negocio prosperó, el padre invirtió su dinero en una pequeña
porción de tierra de cerca de 20 hectáreas, por lo que ascendió
socialmente de la pequeña burguesía al respetado rango de terrateniente
de la clase media, mientras que económicamente
aumentaba la oportunidad de financiar la educación de sus h i jos.
Siendo católicos fervientes, los Carrera Torres bautizaron
a su "Potrero de San Pedro".
Alberto correspondió a las aspiraciones de su padre yendo
a la Escuela Normal de T u l a y después convirtiéndose en maestro
de primaria de la Escuela Benito Juárez del mismo lugar.
U n maestro suyo lo recordaría más tarde como "modesto hasta
parecer tímido".27
Alberto leía vorazmente: mostraba especial interés en la Revolución
Francesa, la Guerra C i v i l de los Estados Unidos (que
para él era más la liberación de los esclavos que la preservación
de l a Unión), y las épocas de l a historia moderna mexicana, la
Independencia y la Reforma. T a l vez como reacción contra las
tendencias clericales de sus padres, y seguramente en respuesta
al sistema político cerrado, a las limitaciones y la pobreza observadas
bajo Porfirio Díaz en su región, Alberto atendió con
interés a los ejemplares del semanario Regeneración de Flores
Magón que ocasionalmente aparecían en Tula. Se unió al P L M
y se comprometió políticamente en contra del régimen de Díaz.
Cuando dio una indignada conferencia a sus alumnos sobre la
maldad del régimen de Díaz, muy recientemente ejemplificada
en la represión militar violenta contra los huelguistas auspiciados
por el P L M en Río Blanco en 1907, Alberto fue encarcelado
por funcionarios locales. Las tropas y la policía también
intervinieron en diversas ocasiones, cuando Alberto trató de convertir
las celebraciones de las fiestas patrias en Tula, en ocasioE
L M A E S T R O E N L A REVOLUCIÓN 575
nes para "alborotar" a la gente hablando de los ideales de Juárez
y del liberalismo.
En este período de 1907-1908, tal vez reaccionando a la necesidad
de defenderse legalmente ante los fiscales y procuradores
porfiristas, Alberto decidió estudiar leyes, lo que hizo bajo
la tutela de un abogado local en los tres años siguientes. También
se unió en amistad familiar con Francisco I. Madero,
mayormente por su romance con la hija de Gustavo, el astuto
hermano de Francisco. E n 1910 Alberto se convirtió en un ardiente
antirreeleccionista, por lo que, igual que otros tantos
miembros antiguos del P L M de entonces, se hicieron acreedores
a la franca antipatía de Ricardo Flores Magón y Librado R i vera,
quienes sentían que el tipo de reforma política de Madero
era equivalente a un aplazamiento eterno de las valiosas reformas
sociales y económicas.2 8 Dentro de la excitación política de
aquellos tiempos, aprobó sus primeros exámenes de jurisprudencia
en Ciudad Victoria, capital de Tamaulipas, convirtiéndose
en pasante de derecho —nunca terminó dichos estudios.
Por sus previos contactos con el P L M y sus miembros en
Tamaulipas, por su dirección en Tula de la causa antirreeleccionista
de Madero, por sus contactos personales con él, y por
último, por el respeto y confianza que obtuvo de los campesinos,
de los trabajadores, y de los elementos disgustados de la
clase media de su región, Alberto Carrera Torres fue fácilmente
reconocido como líder revolucionario en la región de Tula
cuando llamó al pueblo a las armas en mayo de 1911. Como
Jefe del Ejército Libertador del Estado de Tamaulipas promulgó
en Tula una proclama revolucionaria titulada "Sufragio
Efectivo y No reelección" (23 de mayo de 1911), en la cual
empeñó la lealtad de su región a Madero.29
Alberto pronto se convirtió en miembro del renovado Partido
Constitucional Progresista. También en 1911, cuando fue
herido en la pierna en un atentado, padeció una serie de operaciones
quirúrgicas en la ciudad de México cuyo resultado fue
una pierna artificial, todo generosamente pagado por Francisco
I. Madero.
576 J A M E S D . C O C K C R O F T
Qué tan radicales eran las ideas políticas de Alberto en este
tiempo, no se sabe con exactitud. Había sido educado políticamente
en la escuela revolucionaria del P L M que se inclinaba
tanto al anarquismo como al liberalismo. Él, en sí, estuvo orientado
por naturaleza y por su educación hacia las libertades y
derechos individuales. A l igual que Madero, se inspiró en la
herencia liberal de Juárez: libertad política, libertades municipales
v anticlericalismo. Pero a diferencia de Madero, no hay
indicación alguna de que estuviera ansioso de comprometerse
con los funcionarios de Díaz.3 0 Se unió a la Revolución de M a dero
de 1910 de la misma forma como lo hiciera el P L M —en
un gesto de unidad contra el enemigo común—, así como por
la lealtad a la familia Madero.3 1 Se sabe que fue un fanático
de la necesidad de más escuelas, mejor educación, más campañas
alfabetizadoras en el campo cosa que le cañó el afecto
de muchos campesinos y pequeño! burgueses de la región de
Tula, al isrual que la lealtad de otros maestros de escuela que
más adelante se convirtieron en sus subordinados. (En entre¬
vistas en toda la rural de México he confirmado la tendencia
de los maestros de primaria a unirse a los movimientos
revolucionarios armados aún sin llegar a ser oficiales dirigentes
al nivel de Carrera Torres O Baca Calderón) Finalmente en
su trayectoria posterior demostró su radicalismo en asuntos agrarios
Fs más a nrinrinios de agosto de 1911 a nesar de su amis
tad'con Madero parece que fue considerado lo suficientemente
radical como para ser arrestado con motivo de su clara particinirión
en la pequeña revuelta a favor de la reforma acraria
proclamada por Andrés Molina Enríquez.32
Que las metas revolucionarias de Alberto Carrera Torres
iban~más allá, en contenido y énfasis, que las de Madero, se
demuestra con claridad en junio de 1912, cuando fue candidato
para diputado al Congreso Nacional. E n su proclama para su
candidatura, Carrera Torres primero aclamó a otros dos candidatos
tamaulipecos para el Congreso, quienes
Contribuyeron conmigo al triunfo de la pasada Revolución, ayudándome
desde antes del 28 de noviembre de 1908, cuando el dictador
Porfirio Díaz lanzó sobre mí y mis partidarios las fuerzas federales33
E L M A E S T R O E N L A REVOLUCIÓN 577
Él, entonces, afirmó su campaña con el argumento de que su
amistad personal con Madero podría hacer más efectiva su l u cha
a favor de la reforma agraria. L a parte completa relativa
a asuntos socio-e¿onómicos, más de la mitad de la proclama, es
significativa:
La amistad con que me ha honrado el señor don Francisco I. Madero,
actual Presidente de la República, me facilitará a mí y a mis recomendados
los medios legales y por la vía recta, para gestionar a todo
trance la devolución de los ejidos a los pueblos; la repartición de terrenos
a los que carezcan de ellos, en la forma y términos convenientes;
atención e higiene de las cárceles; interés y ayuda eficaz a los presos
que sean víctimas de falsas imputaciones de parte de sus calumniadores,
así como a los que, por falta de precaución o en defensa legítima,
hayan perpetrado un hecho; y mejoramiento a sueldos de los empleados
del Poder Judicial.3*
L a crisis de febrero de 1913, " l a decena trágica" que condujo
al derrocamiento de Madero, originó un radicalismo general
entre los revolucionarios de México, incluyendo a Carrera
Torres, quien se volvió intransigente en su insistencia por la i n mediata
reforma agraria. Alberto y sus seguidores se levantaron
en armas bajo la bandera de "Ley Ejecutiva del Reparto de
Tierras", proclama lanzada por el general Alberto Carrera Torres
el 4 de marzo de 1913,3° veintitrés días a n t e s del económico
y socialmente inflexible Plan de Guadalupe de Carranza,
v c i n c o m e s e s p r e v i o s al comúnmente reconocido "primer" acto
revolucionario de reparto de tierras del general Lucio Blanco
en Matamoros, Tamaulipas.3 6
Con la ayuda de V i t o Alessio Robles, Primo Feliciano Velázquez,
el finado historiador conservador de San Luis Potosí, resumió
lo que equivocadamente denominó ley de un "régimen
comunista" como sigue:
Su artículo primero desconoció al gobierno de Victoriano Huerta, sindicando
de bandidos y traidores a cuantos con él colaborasen. Los artículos
segundo y tercero preconizaron el aniquilamiento de periódicos
enemigos, mediante la confiscación de las imprentas y la aplicación de
la pena de muerte a los periodistas que denigrasen a la Revolución. E l
cuarto y quinto ordenaron la expropiación de los bienes de Huerta y
578 J A M E S D . C O C K C R O F T
sus partidarios; el sexto advirtió que no reconocería el pueblo mexicano
deuda alguna exterior o interior contraída por el usurpador gobierno.
Dispuso el artículo séptimo la formación de la Primera Junta Agraria,
integrada por el mismo Carrera Torres y Francisco S. Carrera,
Eduardo Carrera, Pedro Ruiz, M . Othón, Julio Medrano, C. Alvarez,
Bernabé Rodríguez, Wulfrano Torres, "y demás jefes de la columna
del suscrito".
Dispuso el artículo octavo: "Todas las haciendas que vayan cayendo
en poder de los jefes de la Revolución Constitucionalista, correspondientes
a Porfirio y Félix- Díaz, Huerta, Mondragón, Blanquet,
Reyes, Orozco, Iñigo Noriega ,Creel, Terrazas y demás partidarios de
éste en general, serán repartidas inmediatamente en porciones de cien
mil metros cuadrados para cada familia, en toda la nación, entregándoseles
en el acto títulos provisionales.. ."
El artículo noveno mandó cancelar todas las cuentas que sirvientes
y comerciantes adeudaran a las personas designadas en el artículo anterior.
El décimo consideraba como jefes de familia a los casados de
dieciocho años, a los solteros de 21 y a las viudas con hijos.
En los restantes artículos se ordenó la construcción de presas y
la perforación de pozos artesianos para favorecer a los proletarios;
que los soldados del ejército federal recibirían diez hectáreas de tierra,
siempre que no combatieran a los revolucionarios; el desconocimiento
de los títulos militares de los jefes y oficiales del mismo ejército federal;
la implantación de la instrucción militar en toda la República
conforme a un método enteramente democrático, organizándose batallones
y regimientos, para que presten sus servicios los ciudadanos en
el Estado de su propia residencia, y quedando nulos los famosos
sorteos.
Sobre el reparto de tierras prescribió el artículo dieciséis: "Todo
jefe que haga reparto de territorio deberá hacer un minucioso inventario
y entregar un vale provisional al propietario de los terrenos
fraccionados, haciendo constar que es enemigo de la actual revolución
felicista, huertista, reyista, o que estuvo ayudando directa o indirecta^
mente contra ésta..." Los dos siguientes artículos dispusieron que
cada poseedor de un lote o porción de terreno estaba obligado a ayudar
a la Revolución Constitucionalista, y que en ningún tiempo tendría
derecho para vender o enajenar el que la nación le había regalado."
El artículo diecinueve dijo textualmente: "Todos los habitants de la
República tienen derecho de agruparse inmediatamente en cada población
grande o chica, hacienda o rancho, y nombrar su jefe, si no lo
hubiere, o si el que opera se opone al reparto de tierras, para que
aquel otro les haga el reparto en el acto, de tierras, de la jurisdicción,
en la forma y términos prevenidos. . . " El vigésimo y último artículo
fue como sigue: "Todos los terrenos que hayan sido quitados del
E L M A E S T R O E N L A REVOLUCIÓN 579
modo más arbitrario e infame por los bandidos porfirista y felicistas
a los indígenas de toda la República, serán devueltos inmediatamente
que caigan en poder de los jefes constitucionalistas, repartiéndolos
entre los aludidos indígenas conforme a las disposiciones de esta ley".™
E n una ley complementaria a la anterior, fechada el 5 de
marzo de 1913, Carrera Torres decretó la pena de muerte para
los individuos que a la sombra de la actual revolución, roben, incendien,
abusen con las familias, ancianos inválidos, niños, etc., y cometan
actos sin autorización alguna de los jefes de esta columna dada
por escrito u otra de su especie, desprestigiando y deshonrando la
sagrada causa que defendemos.^
Las tropas federales asaltaron con presteza la casa de C a rrera
Torres, la incendiaron hasta que quedó en cenizas, y atraparon
a sus padres, los que escaparon más tarde y se unieron
(en defensa propia) con Alberto y sus hermanos. Alberto nombró
a su tropa "División Gustavo A. Madero", en honor del
difunto padre de su amada; rápidamente reunió una fuerza de
miles de hombres en contra de los federales de Huerta. Algunos
de los partidarios de Alberto llevaban la bandera de la Virgen
de Guadalupe, otros la enseña tricolor de la Independencia y
todos se unieron bajo la promesa de Alberto de "Tierra y L i bertad",
el viejo lema del P L M que más tarde sería adoptado
por los zapatistas.
Velázquez ha descrito vivamente la reglamentación de la
zona en que el maestro-general Carrera Torres operó durante
la reñida pelea en Tamaulipas y San Luis Potosí:
Los campesinos soldados no recibían sueldos en moneda. En cada poblado
de alguna importancia había casas de comercio, zapaterías, sombrererías,
etc., que proveían de lo más indispensable a todos los
habitantes. Las tiendas ministraban a los casados raciones alimenticias;
los solteros tomaban su alimento en comedores colectivos, de los cuales
había varios en los pueblos y hasta en las rancherías. Las zapaterías
daban huaraches; las sombrerías sombreros de palma; las sastrerías,
calzones y camisas de manta, y vestidos de percal y rebozos a las
mujeres. El producto del ixtle se empleaba en adquirir armas y parque
de los Estados Unidos.4 0
580 JAMES D . C O C K C R O F T
El general Carrera Torres ayudó en junio y julio de 1914,
a tomar la ciudad capital de San Luis Potosí, núcleo ferroviario
de la parte norte-centro de México, con la colaboración de
las fuerzas de los Cedillo, Pablo González, Jesús Carranza y
Eulalio Gutiérrez.'41 Cuál fue la influencia que ejerció Carrera
Torres en los decretos radicales a favor de la clase trabajadora
y campesina (septiembre de 1915) expedidos por el gobernador
provisional de San Luis Potosí, Eulalio Gutiérrez, no podemos
saberlo con certeza.42
Sin embargo, Carranza manifiestamente sintió la necesidad
de la ayuda de Carrera Torres cuando las desavenencias fatales
con V i l l a y Zapata empezaron a cristalizar durante la Convención
de Aguascalientes en los días de otoño de 1914. E l " P r i mer
Jefe" ofreció a Alberto l a gubernatura y el mando militar
de San Luis Potosí, a lo cual el joven idealista contestó en una
carta de fecha 12 de noviembre de 1914:
Desde 1908 a la fecha vengo siendo enemigo de ocupar puestos públicos,
y si me encuentro entre los primeros que han empuñado las
armas en la Revolución Constitucional¡sta, esto ha sido tan sólo para
luchar por la realización de los ideales que persiguen los verdaderos
patriotas. . . para quienes los derechos del pueblo son sagrados y desean
mantenerllos] incólumes y garantizados contra todas las tiranías...
tengo que considerarme más satisfecho y tranquilo hallándome alejado
de los puestos públicos y sin ambiciones ni pretensión alguna creer
cumplir con mi deber de mexicano asumiendo el carácter de simple
soldado, carácter que ya hoy por hoy me cuesta la pérdida de un pedazo
de mi cuerpo, pues usted sabe que me falta una pierna y que
costará la otra, quizá tal vez hasta la vida, porque dispuesto estoy a
no retirarme de la patriótica lucha sino hasta sentir el placer de ver
realizada la reivindicación de los derechos de nuestra clase media, de
los hijos del pueblo humilde. Por lo que altamente reconocido por la
inmerecida distinción que hoy se sirve hacerme, confiándome el nombramiento
de gobernador y comandante militar tengo la pena de manifestarle
que no me es dado aceptarlo.4 3
L a carta anterior refleja la obstinada determinación de C a rrera
Torres para pelear por las causas económicas y sociales
y no querer atarse a las máquinas políticas o a las ambiciones.
También es probable que Alberto estuviera satisfecho con el goE
L M A E S T R O E N L A REVOLUCIÓN 581
bierno progresista de Gutiérrez, a quien más tarde seguiría como
presidente provisional de la República, elegido en la Convención
de Aguascalientes. Sin embargo, existen pocas pruebas, después
de la fase maderista de la Revolución, de que Alberto
se ligara a causas individuales, como aquellas de los grandes héroes
de la Revolución ( V i l l a , Zapata, Carranza, González, Obregón,
etc.). Más bien, tendía a seguir la dirección principal de
los eventos político-militares dentro de cualquier área en la que
él estuviera operando. Así, por ejemplo, además de sus actividades
en el norte, obtuvo victorias militares para los constitucionalistas
en Campeche, Yucatán, Quintana Roo, Chiapas y
Tehuantepec entre 1913-1914, y en el período 1914-1915 unió
sus fuerzas con el ejército villista dominante de la región centro-
norte, defensor de la causa de la Convención de Aguascalientes."
Con- todo, cuando el ejército de V i l l a fue derrotado
por el ejército constitucionalista del general Alvaro Obregón,
muchos de los líderes norteños asociados a la causa de la Convención
fueron hechos prisioneros o ejecutados. Entre los así
tratados estaba Carrera Torres, quien, acusado por los constitucionalistas
victoriosos de haber incurrido en el crimen de "contrarrevolucionario",
fue sentenciado a muerte y cayó ante un
pelotón de fusilamiento en febrero de 1917.
No obstante, en sus últimas cartas, escritas el día de su ejecución
en Ciudad Victoria (16 de febrero de 1917), el ánimo
de Alberto Carrera Torres estaba inusitadamente libre de resentimiento
en contra de los constitucionalistas para quienes
muy al principio de la Revolución había ganado tantas batallas;
en ellas no hay acrimonia, y sus pensamientos son tan
faltos de ambición y tan idealistas como siempre. Sus dos postreras
cartas fueron para su primo y para su madre. Ambas d i cen
casi las mismas cosas, aunque la de su primo incluye una
alusión algo más tierna hacia su amada (la hija de Madero)
y lo que podría entenderse como una referencia a l a Providencia
en la firma: "que vaya con Dios". A su madre escribó:45
Soy inocente [del crimen de "contrarrevolucionario"] . . . desde el día
en que nací, a la fecha soy el mismo porque jamás fumé, tomé alcohol,
582 J A M E S D . C O C K C R O F T
ni conocí mujer en este mundo, hasta el momento en que exhalo el
último suspiro estoy puro.. . procure que [los niños] se eduquen en
gramática, aritmética, geometría, teneduría de libros, inglés, francés y
alemán, agricultura, ganadería, industria y comercio, y que lleven por
costumbres no perder el tiempo en balde — n i de noche— no fumar,
no tomar alcohol, no frecuentar malas compañías, no cohabitar con
mujer alguna sino hasta casarse, ser metódicos y que nunca hagan mal
a nadie, ni hablen mal de nadie, hagan bien siempre que puedan.
M i novia hasta el último momento la adoro con todo mi corazón
y la llevo en mi alma. N o olvide que la agricultura, la minería, industria
y el comercio son las fuentes de felicidad del ser humano, por
los niños.
Que disfrute de salud.
un abrazo
[firma] Alberto
Ese mismo día, irónicamente once días después de la promulgación
de la Constitución de 1917, documento que vindicaba
su causa pero que representaba sólo un triunfo en papel
impreso, Alberto Carrera Torres, todavía sin llegar a los treinta
años de edad, rehusó la venda en los ojos, señaló a su corazón,
y dijo al oficial que comandaba el pelotón de fusilamiento:
Que no me peguen en la cara. Ordene cuando guste. Muero por la l i bertad
del pueblo."
He presentado el ejemplo de Alberto Carrera Torres porque
sugiere los elementos psicológicos y políticos que contribuyeron
en el papel radical que jugaron numerosos maestros de
primaria en la Revolución Mexicana de 1910-1917. Las remotas
protestas en contra de la dictadura de Díaz, la ética puritana
y el idealismo inalterable, l a devoción a l a reforma educativa
y agraria, la insistencia en reformas socio-económicas, el desinterés
en puestos políticos, la gravitación hacia l a izquierda y
la identificación con las masas fueron elementos más o menos
comunes a todos los maestros de escuela que contribuyeron a
la Revolución Mexicana, con las excepciones obvias señaladas
arriba.
Debido a que muchos de estos maestros permanecen desconocidos
al historiador y aun a muchos de los revolucionarios
E L M A E S T R O E N L A REVOLUCIÓN 583
mexicanos sobrevivientes, la presentación del caso de Carrera
Torres, tomado al azar como ejemplo de las situaciones revolucionarias
creadas en la época, no sólo sostiene la tesis de este
trabajo sino que también paga un tardío tributo a todos los
maestros revolucionarios de México, algunas de cuyas carreras,
a juzgar por lo que hasta ahora sabemos, fueron cortadas en
plena edad viril por su militante devoción a l a que Alberto C a rrera
Torres denominó la "clase media y los hijos del pueblo
humilde".

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